lunes, 13 de septiembre de 2010

Wood, Robin Wood *



* La siguiente nota fue publicada en el N°3 de 33 Cines, revista cuatrimestral sobre cinematografía, ganadora de los Fondos Concursables del Ministerio de Educación y Cultura. En dicho número, se hizo un acercamiento al estudio de la historia de la crítica uruguaya de cine, revisitando materiales, planteando debates. Críticos y ensayistas locales reseñaron a otros internacionales; y se invitó al Colectivo Árbol para discutir sobre formas de producción y exhibición alternativas. Finalmente, se reseñó un sitio cinematográfico web, y la artista Inés Olmedo escribió una nota sobre el oficio del director de arte. La revista tiene un valor de $ 100, y está disponible en varias librerías del país. Por más datos, aquí.



Robin Wood (1931-2009)



Cuando citamos a Robert “Robin” Wood, claramente podemos dejar de lado el cimentado concepto de crítico (al menos por un instante), para hablar de un “educador”. La crítica que se basa sólo en destruir, no educa. Amontona. Podemos recordar al ansioso crítico Jean-Luc Godard cuando destacaba el rescate de realizadores y de films, en visión únicamente constructiva –y luego revolucionaria, cuando él mismo optara por tomar el lente- porque para criticar cine no sólo es necesario alargar la lengua o alardear bajo amiguismos, sino que es necesario educar. O al menos intentarlo. A estos críticos que apelan a educar, se les reconoce el ir más allá. Y no sólo en algunos círculos. Es cuestión de tiempo, trabajo y pasión.

De todos modos, no todo es educación para un crítico. La Juventud es un divino tesoro. “Il faut…", cuando así comienzan una oración los franceses es inevitable sinónimo de atención. François Truffaut no paró nunca de tirarle flores a Alfred Hitchcock y, en este caso puntual, al leer El cine según Hitchcock (1) el lector-espectador sabe que pasaron las primeras cincuenta carillas y está aprendiendo. Al paso de las páginas, hay concesiones en esto. Este libro particular marcó tendencia en los años sesenta, educando a varios críticos, y varios hasta disintieron –quizá algunos con razón-, con la visión “mano a mano” del francés sobre uno de los Maestros.

Hablamos de educar, y sí: Robin Wood. Él también se inquietó por Hitchcock y escribió otro libro sobre el director: Los films de Hitchcock, en 1965. Antes de publicar esta obra, escribió un ensayo sobre el film “Psycho” (1960) que vio publicación en los clásicos Cahiers du Cinéma. Este puede ser un procedimiento a la vieja usanza: primero ensayo y luego libro. Pero estos críticos, contemporáneos de edad, nacidos en los primeros años de los años 30’ (Truffaut y Wood se llevaban tan sólo un año de edad), valoraban al director inglés construyendo sobre una clara base formativa. Vemos luego de varios años la obra de Hitchcock, lo comparamos con lo que se ha dicho, y vemos que aquellos escritos eran de una militancia sobre el arte de cine, sin concesiones ni liturgias baratas.

Escribir sobre cine es un reto harto conocido. Varios críticos conocidos por sus tácticas orales, cuando escribieron, fallaron. Otros, con los años cambiarían de opinión en alguno de sus dictámenes: El mismo Jorge Luis Borges reconoció que en su momento (1941) fue quizá un poco “duro” con su crítica de Citizen Kane, de Orson Welles (2). Esto sobrepasa los gustos personales. Aquí es clave dominar un arte, el de la transición implícita que requiere el o los pasos necesarios de analizar con palabras lo que dice otro lenguaje, el cinematográfico (montaje, edición, fotografía, como quizá la santísima –y operable- trinidad). No es fácil.

Hablemos de Robin Wood. Nació en Inglaterra a inicios de los años 30’ y en los años 50’, ya como maestro, daba charlas con una verborragia para nada pasiva cuando bajaba a tierra a sus ídolos Howard Hawks (cuenta con cierta fama su intenso análisis del film “Rio Bravo”), Ingmar Bergman y el ya mencionado Alfred Hitchcock. El crítico escribió un libro sobre la obra de cada uno de estos en el último lustro de los años sesenta (3).

La década de los 70’ fue movida para Wood. Tanto en su postura crítica como su vida personal (que a la postre sería determinante en el vuelco de su desarrollo como crítico cinematográfico). En los comienzos de la década continúa dando charlas sobre cine pero en Ontario, Canadá, donde se instala. En 1974 Wood se divorcia de Aline, su mujer y madre de tres hijos, y en 1977 comienza una relación sentimental con Richard Lippe, quien sería su pareja hasta su muerte. Juntos, en 1979, escribieron un irónico ensayo sobre el cine de terror americano (4).

Sin embargo, la obra de Wood entrada la década de los 80’ adquirió otro tipo de militancia; no era aquella rebosante de teoría postmodernista de los años 60’. En los 80', con la bruma del gobierno de Ronald Reagan en Estados Unidos, y su condición de homosexual militante con influencias marxistas en su crítica, habían cambios que no eran simples quejidos, sino que resultaban instrucciones analítico-temporales de su visión cinematográfica, destacando en sus escritos el destaque de nuevos realizadores como Scorsese, De Palma o Spielberg (5).



En 1985, aparece en Canadá la revista trimestral Cineaction! donde Wood escribiría por veinte años, junto a su pareja, Lippe, y otros críticos canadienses (donde en años venideros se destacaría Maureen Judge), con un estilo evolutivo que buscaba una “mixtura”. La revista destacó en su primer número “(…) proveer, dentro del campo de la crítica cinematográfica, alternativas: Un equilibrio entre la crítica de tinte periodístico, práctica de entretenimiento y de opiniones personales, con la crítica puramente académica y radical” (6). Una revista militante desde el vamos, con Wood como estandarte y patrón, desde Canadá y llegando al mundo, con el destaque feminista como anti-racista, rescatando la mirada homosexual sobre el cine bajo los vaivenes sociales políticos de los años ochenta. Esta revista logró setenta y un números hasta el último, publicado en mayo del 2007. Cineaction! marcó una clara tendencia no sólo en Canadá, sino que también ha sido vehículo de análisis como “rescate” de films independientes de Asia como África con una mirada claramente identificable.

Como se mencionó al inicio, Wood es un claro caso de “crítico” educador. Y no porque use túnica, no se malinterprete. Por esto no fue azaroso comenzar este texto destacando la presencia de Hitchcock sobre los jóvenes críticos en los años sesenta. Las críticas cinematográficas de Wood nunca fueron rejuntes aislados de análisis de diversos films. Resulta un conjunto incisivo que compone una visión y evolución en la condición crítica del hombre (persona) sin dejar de lado los tiempos y lo que ocurre fuera de la sala de cine, de la butaca. En Robin hay compromiso. Contagia. La “buena” educación supone revuelta, rebelarse con creencias y fundamentos constructivos. O donde el término “destrucción” sólo sirve para la posterior –e inmediataconstrucción.

Robin Wood murió en diciembre del 2009 a los 78 años, y no vendría mal tenerlo en cuenta como personaje de peso de la crítica cinematográfica del siglo XX, ya sea releyéndolo o salirlo a buscar, o, bastante menos pretencioso, saber que cuando escuchemos las palabras “Robin Hood” o hablar de un tal Ed Wood, en poca diferencia de letras, se acorte el camino de la memoria.



M. Dávalos.-



Fuentes citadas:

1) El cine según Hitchcock, François Truffaut (1967). (Alianza Editorial, 1988).

2) Borges en Sur (Emecé Editorial, 1999).

3) Ver (1), Howard Hawks (1968), Ingmar Bergman (1969).

4) The American Nightmare: Essays on the Horror Film, por Robin Wood y Richard Lippe (1979).

5) Hollywood, de Vietnam a Reagan (Columbia University Press, 1986).

6) CineAction! (http://cineaction.ca).