jueves, 15 de abril de 2010

A 40 años de la separación de The Beatles



En los tiempos que corren hace frío. Si encontrás calor, dichoso eres. De Los Beatles mucho ya se dijo hasta el hartazgo. Trataremos de no desentonar. Hace cuarenta años que se dijeron basta y acá no se olvida. Su música morirá con el fin de este mundo. Toma generaciones como zapatos. Así que en Aquiescencias elegimos destacar un hecho clave no tanto de los cuatro de Liverpool, sino de Inglaterra como país. 1967, el "flower-power" in situ mientras en Vietnam una masacre a mansalva. En Argelia había lágrimas de sangre y en Uruguay -como en varios países latinoamericanos- ebullición que pronto explotaría. En 1967 hay movimientos tecnológicos de vanguardia. Eran las primeras transmisiones satelitales al mundo entero y las potencias mundiales decidieron enviar postales audiovisuales: Estados Unidos habrá enviado imágenes de Manhattan, de las playas de California, de la Estatua de la Libertad; Francia habrá preparado la Tour Eiffel para el evento, el Sena y sus bateau-mouches. Japón habrá mostrado sus diagonales, propulsión del futuro. No vi ninguna de estas imágenes.

Inglaterra pateó el tablero. Habló con los Beatles. Queremos armar algo digno. Y Lennon escribió y los cuatro mandaron esto, dejando a todo un mundo de cara. En vivo, por primera vez, los Beatles tocan este tema compuesto para la ocasión. All you need is love. En los estudios de la BBC de Londres, aquí de Inglaterra, la primera transmisión global de televisión vía satélite recibida en 26 países y vista por más de 400 millones de personas el 25 de junio de 1967.






* John Lennon: voz principal y coros.
* Paul McCartney: contrabajo, bajo y coros.
* George Harrison: violín, guitarra y coros.
* Ringo Starr: batería y percusión.
* George Martin: piano, orquestación y producción





miércoles, 7 de abril de 2010

"Nadie encendía las lámparas", de Felisberto Hernández (1947). (Sudamericana).







En Nadie encendía las lámparas Felisberto se consagra como el escritor más ingenioso de las letras uruguayas. La invención se tiñe de “fantástica” por catalogar algo que quizá sea incatalogable. El voyeurismo, el fetichismo y el erotismo habitan en cada uno de los cuentos de éste libro impar. A su vez se forma un gran universo donde objetos como partes del cuerpo humano toman vida propia, más allá de la conciencia.

Cada uno de estos diez cuentos es un inmediato clásico, donde su personaje principal es el propio Felisberto Hernández: ese cuentista que lee a oscuras, el pianista desventurado, el alucinante acomodador, el intruso de casas ahogadas y espaciosas, el perspicaz escucha de extrañas mujeres y matronas, el caballo. Es esa penetrante primera persona que mama y en varias ocasiones desafía al surrealismo, quizá sin darse cuenta. Pocas veces en la literatura latinoamericana el “yo” tuvo tanto significado propio.


Nociones filosóficas (con llamativas influencias socráticas y bergsonianas) nadan en estas páginas y nunca lo hacen a la deriva, como en otros casos donde se intenta colocar de los pelos esta disciplina sobre la literatura. Cuando se habla de la obra de este escritor resulta más apto hablar de una “psico- (i)lógica” (concepto adjunto a su precursor y amigo Carlos Vaz Ferreira), que de una psicología fundamentada.


Felisberto era ante todo un pianista, y hay pasajes en este libro donde parece que uno no sólo está leyendo palabras, sino que por el contrario, uno puede sentir a alguien tocar el piano, y esto se debe a la composición de su método original de escribir con su método como pianista plasmados sobre sus palabras. En ciertas ocasiones su elaboración literaria dista de ser erudita, donde se puede encontrar cierto parentesco en dicho punto con la prosa de Roberto Arlt.


El humor en Felisberto es de una distinción elegante y lo coloca como un “outsider” dentro de las letras uruguayas. En Muebles “El Canario”, el cuento más breve del volumen, es casi imposible que lo increíble que pasa sobre los ojos del lector no provoque una sonrisa.


Felisberto Hernández junto con Horacio Quiroga son los dos mejores cuentistas que alguna vez haya dado la literatura uruguaya.


Entre 1947 y 1949 se publican Nadie encendía las lámparas y Las hortensias. Este es el período más prolífico en la obra de este escritor uruguayo que con una bizarra sencillez en sus palabras logró encender las lámparas dentro de una gran oscuridad reinante en la escena literaria de aquel entonces y de hoy en día. Sin lugar a dudas, un inescrutable de la literatura latinoamericana.



M.Dávalos.-



Felisberto Hernández (1912 – 1964) Otras obras: Fulano de tal (Miscelánea – 1925), Libro sin tapas (Cuentos – 1929), Por los tiempos de Clemente Colling (Novela – 1942), El caballo perdido (Novela – 1943), Las Hortensias (Cuentos – 1949), Tierras de la memoria (Novela – 1967).